jueves, mayo 26, 2011

Diana

A mis 22 años no puedo decidirme entre Miguel y Génaro. Llevo estudiando la carrera de ciencias de la comunicación 2 años y son los mismos en que conocí ambos. Recuerdo el primer día de clases, cuando nos dieron el curso de unducción, Miguel se acercó a preguntarme si sabía donde sacaban copias, obviamente le respondí que no sabía porque era el primer día que estaba yo ahí. Ya después él me dijo que yo aparentaba más edad, me dijo que me veía como de 25 y hasta creyó que ya estaba a punto de terminar la carrera. Cuando le expliqué que yo también era de nuevo ingreso, se puso rojo de la vergüenza, me pidió perdón y me preguntó si podía invitarme un jugo para pasar el rato penoso. Le dije que sí y a partir de ese momento tuvimos una amistad que después de las semanas y meses fue creciendo hasta convertirse en lo que yo creí que fue el amor de mi vida.

En el final del primer semestre de la carrera, el profesor de periodismo nos llevó de práctica a Ciudad Juárez. Ahí conocí a Génaro, es un chavo que era guía de turistas en ese entonces. Cuando nos llevó al Parque Fundidora nos explicó toda la historia de ese lugar y de la misma ciudad. Miguel nunca lo vío con buenos ojos, como que le tenía desconfianza. Ahora sé que quizá en ese momento imaginaba que la mirada de Génaro cuando me veía llevaba más que sólo amabilidad.

Miguel era hijo de familia, con carencias normales como todos las tenemos, su papá trabajaba como contratista y le había ido mal y por eso había tenido que inscribir a Miguel en una universidad pública. Su mamá era ama de casa y tenía un hemano menor. Algo más que me acercó con Miguel, era que vivíamos juntos, en la Colonia Independencia, yo en Matías Romero y el en Ixcateopan. Así que para regresar de la universidad tomábamos el metro y nos bajábamos en División del Norte y de ahí caminábamos, él me dejaba en la puerta de mi casa y luego se iba a la suya. Varias veces pasó a la casa y compartimos una taza de chocolate con mis papás.

Pero desde que estuvimos en el norte del país y vi por primera vez a Génaro no pude quitármelo de la cabeza. Estábamos en una garita que es uno de los pasos principales a Estados Unidos. No cruzamos esa vez sino que nada más la conocimos, ahí Génaro me dijo en broma que si nos escapábamos. Yo le dije “atrevido” riéndome. Cuando nos despedímos, me dió su mail en un papelito, nunca lo perdí, todavía lo tengo y tenía tanto nervio por llegar al D.F. Para agregarlo al messenger y poder platicar con él. Sobre lo de escaparnos, la verdad es que los dos sabemos que se trataba de una broma pero que en fondo era una metáfora sobre un escape un poco más real. Ahora que estoy a la mitad de la carrera creo que sé qué onda con mi vida en general, quiero terminar y tener un buen trabajo, pero no sé si quiero seguir viviendo en un país tan inseguro y violento como México. Ayer veía en el periódico que la guerra contra el narcotráfico había rebasado más de treinta mil muertos en lo que va del sexenio. Es una cifra que ni siquiera me imagino. ¿Cómo sería ver a tanta gente muerta? Qué triste tan solo pensar en eso, prefiero encerrarme en un mundo más lindo, al lado de mi familia, de mi escuela y de Miguel.

Pero cuando platicaba con Génaro en el messenger y me contaba cómo estaban las cosas en el norte, todo mi mundo rosa se venía abajo, me di cuenta de que estaba viviendo en un cuento de hadas y eso no siempre estaba bien, pues aprendí desde muy chica la diferencia entre lo real y la fantasía. La verdad me había decidido vivir en el mundo real. Le preguntaba a Génaro los detalles de los asesinatos de los migrantes y de las muertas de Juárez. No me interesó el tema por morbo sino por preocupación de que chavas de mi edad o de las de mis amigas estaban siendo asesinadas como animales y parecía que nadie quería hacer nada para evitarlo.

Nunca le dije a Miguel que mi preocupación por el tema la había provocado en cierta forma este Génaro, pero esa es la verdad. Al mismo tiempo que yo investigaba, Génaro estaba presente. Quizá Miguel lo sospechaba porque cada vez que yo le hablaba de eso se ponía enojado y hablaba muy mal del tema, para él yo estaba perdiendo el tiempo, él creía que yo debía trabajar para la televisión o para la farándula. Eso siempre me dio flojera porque veía a las chavas fresas de la universidad que nunca podían responder preguntas tan sencillas como cuando una vez a una le preguntaron que dónde estaba la Selva Lacandona, y ella dijo “¿La Candona?”. Todos reímos y nos burlamos de ella. Y yo no quería ser la niña linda pero tonta, nunca quise eso y nunca lo seré.

Pero Miguel no era malo conmigo, siempre me ayudaba en las demás materias que no tenían nada que ver con lo del norte del país. Íbamos juntos al cine, a las fiestas y la pasábamos tan bien. Recuerdo que una vez fuimos al cine de Parque Lindavista, al lado hay un hospital donde una vez estuvo internado algún familiar suyo. Lo acompañé primero al hospital y saliendo de ahí me invitó al cine, vimos la de Transformers, me la pasé tan bien porque la pelicula estaba muy linda, con todos esos efectos especiales, el sonido y, a decir verdad, la trama también es buena, pero triste en algún sentido, porque los extraterrestres tienen que venir a cuidar a los humanos porque estamos acabando con nuestro planeta. Cuando salimos del cine, Miguel me agarró la mano y me dijo que yo le gustaba. Yo no le hice caso porque pensé que estaba bromeando, así que me reí y le puse helado en la nariz, luego él, atreviéndose a ser rechazado recargó su nariz manchada en mis labios y me dio un beso, inocente pero lindo. Me sorprendí mucho, no supe qué decir o qué hacer. Nos quedamos viendo mucho tiempo de frente hasta que los dos nos reímos y no hablamos más del tema. Pero cuando nos estábamos levantando de la banquita, él me dijo “pero en en serio, me gustas y quiero pedirte que seas mi novia”. Paecía que yo sabía cual era la respuesta, no lo pensé mucho y sin dudarlo dije “sí”. Nos dimos un beso un poco mas largo y seguimos caminando como si nada hubiera pasado. Pero aquéllo fue creciendo, pues Miguel tenía muchos detalles conmigo, siempre se acordaba de mis cumpleaños y me daba regalos y además de que conocía a toda mi familia. Hoy estamos exactamente a una semana de cumplir dos años maravillosos en todos sus aspectos, no me arrepiento de nada porque todo ha sido con cariño.

Pero siento que no he sido completamente honesta, pues jamás he perdido contacto con Génaro y nunca le he mencionado de la existencia de Miguel como mi novio, aunque siempre mre pregunta por “mi amiguito” en tono sarcástico. Algo que me gusta de Génaro es que siempre me dice que se lo salude y que espera sinceramente que le vaya bien pues sabe que me quiere.

Ayer casi se viene abajo todo. Me llegó un correo de Génaro en el que me dice que se va a ir a Estados Unidos, ya lo tiene todo pensado y planeado. No tiene oportunidad de seguir trabajando aqui pues el gobierno estatal ya contrató a una empresa privada para que sean guías de turistas y como su familia siempre ha sido pobre, no pudo estudiar. Al final del correo me dice lo mismo que aquella vez en la garita de Ciudad Juárez: “¿nos escapamos?”. No sé si esa parte la leyó Miguel, porque mientras estaba leyendolo se levantó furioso y se fue, luego le llamé y hasta lloró por teléfono porque sentía que era una traición. Yo traté de explicarle que se trataba de un amigo, de una persona especial que me había enseñado muchas cosas a lo largo del tiempo que llevo conociéndolo, pero no se quedó satisfecho con mi explicación. Se despidió de la llamada diciéndome que pensara bien las cosas para saber si seguíamos o terminábamos. Es precisamente lo que estoy haciendo ahorita, pensando las cosas.

Sé que no me voy a escapar con Génaro, pero también sé que lo está diciendo un poco en broma, porque en la postdata dice que me espera cada vez que quiera visitarlo. En eso sí estoy pensando y precisamente porque quiero viajar a Estados Unidos para completar parte de la investigación que quiero usar para titularme.

Sé que quiero a Miguel pero la vida como él la ve no es como yo la veo. Quiero a Génaro pero no lo veo a él como un posible novio. No quiero mentirle a ninguno de los dos. Pero ¿cómo ser honesta conmigo misma ante una situación tan complicada? No lo sé pequeño diario, ya tengo sueño, iré a dormir.

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